Si las despedidas son tristes, estas lo son aún más. Nuestro pequeño Zarra, el último cachorrito que nos quedaba de los recogidos en el campo de futbol, ha faltado esta mañana. Una vez más la enfermedad nos ha ganado la partida. El pequeño se nos ha ido en silencio, tranquilo y resignado.
Y no se ha ido solo, esta noche he tenido la mala suerte de no poder ayudar a un precioso pastor alemán joven, de pelo largo, bien alimentado y guapísimo al que han atropellado en la autovía.
Cuando le acariciaba en sus últimos momentos, he creído sentir que estaba acariciandote también a tí, Zarra precioso.
Le he dicho que te busque al otro lado del arcoiris, que te acompañe con el grupo de nuestros amigos para que no se sienta solo allí, para que, aunque tarde, sos.sagunto le acoja y le quiera como a uno más.
Unidos, nosotros aquí y vosotros allí, vamos a seguir haciendo un poco más amable la vida de los desheredados que aún no nos han encontrado. Teneis que seguir ayudándonos.
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