Algunos os habéis extrañado de que estuviera tardando tanto en despedir a nuestro regiñon y escurridizo Tete.
Sabeis qué pasa? Estos perros que me llegan tan destrozados física y anímicamente me calan mucho; yo no se expresar demasiado bien mis sentimientos y no creo que ahora pueda tampoco, pero vamos a ello. Se lo debo.
Tete me impresionó mucho. Su mirada de desesperada rendición cuando, con Trini, conseguimos ponerle un dogal al cuello, me hizo una herida muy profunda en el alma. Se dejó coger no con sumisión si no con la desesperación del que siente que ya lo ha perdido todo.
Verle ir adelante, engordar, empezar a exigir su sitio, dejarme acariciarle, levantar la cabeza, venir (a veces) a saludarme cuando volvía al refugio, fueron hitos de éxito mayores que muchos otros que se han notado más. Estos eran más profundos, más reales, mucho más importantes porque me decían que Tete estaba recuperando su calidad de vida emocional.
Dejar de demostrar sus miedos dejando de morderos en el culo, salir ufano y alegre con un comedero en la boca a recibiros…. Todos esos detalles me iban diciendo que volvía a atreverse a ser él mismo, que lo estábamos haciendo bien.
Y la fatalidad y mi manía de no hacer caso a las corazonadas, nos lo ha quitado. Cuando salí aquella tarde Tete hizo mención de meterse en mi cuarto pero llegó cuando ya había cerrado la puerta. Por un momento pensé que me estaba pidiendo la protección de mi entorno pero no escuché la intuición.
Y falleció junto a la estufa, frente a la puerta.
Allí donde te encuentres, Tete bonito, no debes olvidar a la verdadera artífice de tu salvamento: Trini. Ella te llevaba comida, ella se preocupó viendo tu estado lamentable y ella me arrastró a rescatarte aquella mañana. Ella es tu ángel.
Protégela, acompáñala en su devenir y dale las fuerzas que tanto necesita. Y no te olvides de todos nosotros, por favor. Guardamos tu recuerdo atesorado; siempre estarás un poco con nosotros.
Espero que allá en el arcoíris también haya comederos de hojalata que moldear y cuando por fin nos encontremos me puedas enseñar muchas de tus sicodélicas obras.
Gracias por haber estado en mi vida, Tete. Gracias.
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