Este pobre peludo, cariñoso y tranquilo como pocos, tuvo la mala suerte de sufrir un pequeño accidente en su pié derecho hace ya ocho o nueve meses. Por razones no muy comprensibles, no fué hasta marzo de este año, cuando se puso en nuestro conocimiento su estado, que le revisó un veterinario. Ya no había forma de salvar su pata. Hubo que cortarla desde el inicio. Ahora, ya curado y habiendo aprendido a moverse con solo tres extremidades, vive con nosotros y nos demuestra su agradecimiento y cariño a cada momento. No puede pasear demasiado ni tomar el solecito todo lo que quisiera porque su disminución física le hace inseguro con los demás perros. Pasa el tiempo esperando que algún humano se acerque y le haga una caricia. Nació el 28 de noviembre de 2010, un día muy lluvioso y frío. Y no ha conocido nunca otra cosa que un pequeño vallado en el que siempre ha estado aislado y solo. Se merece, y necesita, una familia que lo reciba y lo valore como se merece.
Comentarios
No hay comentarios.