Precioso Rex, amigo mío, ha sido una despedida larga y dura. Te has ido apagando conforme pasaba la noche sin que pudiera hacer más por tí que sostener tu cabeza y acariciarte.
Yo se que cuando abrías los ojos buscabas la cara amiga de tu compañero de siempre, pero no ha podido ser. Te aseguro que él no te habría dado más amor del que te he dado yo.
Ahora, tranquilo y acompañado de todos nuestros amigos del otro lado del arcoiris, podrás seguir velando por nosotros y mandándonos todo el cariño que nos has demostrado siempre.
Descansa, compañero. Tu tránsito ha sido largo pero dulce.
Comentarios
No hay comentarios.