La historia de Pandora comienza en un huerto cercano donde se refugió para dar a luz a sus pequeños. El dueño del terreno, sucumbiendo a la ternura que inspiraba nuestra joven madre, los alimentó hasta que los cachorros comenzaron a descubrir mundo, incluida la carretera cercana. Cuando su benefactor nos llamó y la vimos, supimos enseguida qué nombre ponerle. No podía ser otro que Pandora. Sí, el nombre de la joven mujer mortal creada por mandato del mismo Zeus, hermosa, talentosa e inteligente. La primera mujer, según la mitología griega. El símbolo de la feminidad.
No en vano nuestra Pandora es una podenca de seis años esbelta, elegante, tierna, sociable, inteligente y bonita a más no poder. Una perra que en su forma de moverse y relacionarse con personas y otros perros, refleja dignidad y fortaleza interior. Es tranquila y dulce, cariñosa sin necesitar un contacto constante. Podemos decir que su presencia es equilibrio en estado puro, belleza y armonía.
Pandora carece de toda la malicia que la mitología atribuye a la creación de Zeus, es todo bondad. Por suerte, tampoco tuvo al alcance la famosa caja; no habría permanecido cerrada e intacta el tiempo suficiente para que se fraguase la leyenda…
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