Recuerdo que hacía mucho calor aquél mediodía que fui a recogerte, tus hermanas salieron alegres a recibirme y tú te levantaste un poco moviendo el rabo pero sin andar. Ya entonces era mucha la diferencia entre vosotros, aunque la achaqué a que tú eras macho y ellas hembras y todos teníais a penas tres meses de edad. El hombre que os recogió me contaba que os había encontrado en medio del monte, en lo más tupido de una pinada, que no pudo dejaros allí porque no teníais ninguna oportunidad. Y también me dijo que tuvo que llevarte en brazos el final del camino hasta su casa porque no tenías fuerzas. Te hicieron beber y comer un poco pero lo devolviste….. Mi pequeño luchador, naciste enfermo y te has mantenido gracias al amor, a la enorme voluntad y al esfuerzo de tus padres de acogida. Nos has dado alegrías, sustos, más alegrías….. Y nos dejas una lección de tesón y paciencia que no podremos olvidar. Estas ya tranquilo con tantos compañeros que nos esperan al final del arcoiris y te has llevado contigo una enorme maleta que casi no se puede cerrar de tanto amor y empatia. Han sido muchas horas pensando en tí, mandándote toda la energía que podía concentrar para ayudarte. Descansa, pequeño, ahora ya has terminado de sufrir y luchar. Descansa y protégenos desde donde quiera que estés. Aquí habrá siempre un rinconcito con tu nombre en la puerta.
Comentarios
Los comentarios están deshabilitados.