Ese guapo y chulo que veis paseando en las fotos soy yo. Soy guapo, cariñoso, dócil y tengo un nombre en inglés: Docker; ¿cómo voy a pasearme? Jajaja.
Nací en 2018 y he vivido toda mi vida con una familia humana. Era mi FAMILIA pero el destino quiso que acabara aquí, en el refugio. No entiendo muy bien por qué razón. Creo que tuvo que ver con la crisis o algo así, mi familia pensó que estaría mejor con otros humanos que pudieran darme lo que ellos no podían ya. Ojalá hubiese podido decirles que solo les quería a ellos y que juntos podríamos con esa “crisis”. Pero no contaron conmigo, solo me trajeron al refugio y se alejaron sin mirar atrás. Cuando yo encontré la fórmula para superar la adversidad (simplemente, estar unidos) ellos ya se habían ido.
Los primeros días en el refugio fueron duros, me sentí desubicado porque no sabía qué estaba ocurriendo. Ojalá pudiera decir que después mejoró, pero no fue así; cuando sabes que no van a volver quienes creías que te querían y cuidaban de ti, el mundo parece no tener sentido, dudas de ti mismo y te sientes rodeado de extraños. El miedo. Las noches…. Di un gran salto hacia adelante en mi vida estando aquí, pasé de ser el eterno cachorro mimado y arropado por los suyos a percibir cuanto me rodeaba de un modo distinto.
Por aquel entonces, una magnífica persona me brindó su atención y empatía, se percató de que soy un perro noble que necesita pautas para sentirse seguro. Que daría la vida por los suyos. Y comenzó a crear una ”pandilla” de nuevos amigos para mi. Todos los ppp’s del refugio nos reuníamos a eso de las once… Ya sabéis, mordiscos por aquí, carreras por allá, algún revolcón… Yo me llevaba la palma de oro ¡siempre!. Peleas de las nuestras y también, ¿por qué no decirlo? algunos lamentos cuando pasaba nuestro tiempo y teníamos que volver al chenil. En ese tiempo fue cuando conocí a mis dos grandes amigas: Rebeca y Diana. Nos hicimos amigos hasta el punto que comenzamos a compartir chenil. Ellas han sido mi gran apoyo todo este tiempo. Me llevo mejor con las hembras que con los machos porque para guapo, ya estoy yo aunque ellas, con ese temperamento suyo, me mostraban que el único macho interesante, no era yo.
Primero adoptaron a Rebeca y, precisamente hoy, se ha ido Diana con su nueva familia. Si me permitiera soñar, pasearía por una calle llena de cosas nuevas para oler en la que me encontraría con mis dos grandes amigas, felices los tres con nuestras familias y un gran pipican, donde correríamos y jugaríamos de nuevo: Rebeca y yo con nuestro collar y bozal ,y Diana, riéndose de nosotros dos por llevar esas pintas.
He escuchado decir que los perros como yo, a los que llaman ppps, lo tenemos más difícil para encontrar familia. Pero, sé de buena tinta que hay personas amantes de los perros que no se dejan intimidar por trozos de plástico convertidos en bozales, ni por etiquetas como la de ppp, ni por leyes que no distinguen individuos, solo razas. Esas personas que valoran la resignación de un animal mientras los demás lo tratan de peligroso, solo por estar con ellos. Esas personas que saben que pueden confiar en su perro, pase lo que pase… Una de esas personas me está buscando. Cuando la encuentre nada me quedará por decir, eso ya me pasó una vez y no volverá a ocurrir. Le contaré que me encaré con la soledad y la vencí, que me abandonaron y encontré una nueva mano amiga, que crecí con otra familia y llegué hasta aquí solo para encontrarla a ella, a esa persona que no me volverá a abandonar… Al destino le pediré que Rebeca y Diana estén bien y, si puede ser, que nos volvamos a encontrar. ¿Os parece mucho pedir? Creo que comenzaré a buscar a mi propia familia. A ver qué os parece mi anuncio….
no se han encontrado imágenes
Comentarios
No hay comentarios.