Otra víctima de la depresión económica. Su dueño ha de volver a vivir con los papis y estos no quieren al perro.
Es un precioso cruce de doberman y teckel, de siete meses y medio de edad. Juguetón, tranquilo, obediente y cariñoso según su amo. No ladra y está habituado a un piso.
A ver si hay suerte y no tiene que conocer la claustrofobia del refugio.
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