Los amantes de los animales hemos escuchado miles de escusas para deshacerse de un “falsamente” considerado miembro de la familia. Vemos lágrimas de cocodrilo de gente que deja a su mejor amigo porque no tiene más remedio; hacer otra cosa es “menos cómodo”. Corazones fríos que acarician a su perro por última vez prometiendo que no le dejarán e irán a visitarle, pero eso nunca sucede. Ahí se queda él: síndrome de abandono o depresión, como queráis llamarlo, problemas de conducta derivados de la desubicación y la confusión, y pérdida de las costumbres de vivir en una casa como hacer sus necesidades fuera, ya que quizá ese día no salgan del chenil. Los perros se convierten en un despojo de tristeza. Sin embargo, de vez en cuando los humanos nos sorprenden porque, realmente, demuestran que el perro es miembro de su familia pero no tienen otra opción viable PARA EL PERRO. Y lo demuestran porque no se despiden, en lugar de eso, vuelven. Eso es lo que ha estado haciendo la familia de Arya.
Arya es una perrita joven, de menos de tres años, de tamaño mediano, cariñosa y activa. Desde cachorra convivió con la que ha sido su familia: papi y mami humanos y dos niños pequeños con los que jugar. Por circunstancias personales graves, su familia la trajo al refugio, en principio, para pasar una temporada, confiando siempre en que las circunstancias cambiaran. La peque ha estado cerca de un año celebrando las visitas de su familia, exprimiendo todos ese tiempo al máximo. Todo ese cariño y la complicidad que demuestra, sobre todo con el padre, ha hecho que Arya no haya pasado por las devastadoras consecuencias de un abandono; de hecho, nunca ha sido abandonada y ella lo ha comprendido. Para ella la estancia en el refugio ha significado compartir menos tiempo con su familia humana, eso es cierto, pero también formar parte de la manada más inseparable que hemos tenido en SOS: Docker, Diana, Rebeca y Arya. Por su juventud y por todo el amor que su familia ha demostrado hacia ella ha podido pasar de puntillas por la situación que realmente está atravesando su familia.
Hay pocas ocasiones en las que la familia que da en adopción a un perro lo hace porque lo quiere. Son muyyyyyy pocas. Pero alguna hay. Y nos consta que ésta es una de ellas. Su familia no quiere que Arya pase su vida en un refugio ya que conforme pasa el tiempo, parece más difícil que pueda volver a su hogar en un tiempo razonable (lleva casi un año aquí). Les gustaría, también a nosotros, que Arya pudiera vivir este cambio de familia como una aventura más, con la inocencia con la que hasta ahora ha estado afrontando las consecuencias de los problemas humanos; en definitiva, como tendrían que vivir estas cosas todos los perros, sin perder su alegría ni dejar de sentirse queridos.
Si estás pensando adoptar a una perrita joven, familiar, activa, noble y devota de su familia y de su “persona especial”… ven a conocer a Arya, ya no lo pensarás más.
no se han encontrado imágenes
Comentarios
No hay comentarios.